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Etapas.

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El rocío baña las hojas de esas copas inmensas bajo las cuales caminamos, árboles centenarios, sus raíces han roto las veredas. ¿Cuántas veces caminamos por acá? Se siente como dar vueltas en círculos por la ciudad, es el déjà vu de las relaciones pasadas. Volvemos a experimentar situaciones, etapas que atravesamos con más ingenuidad en otro momento, tal vez por eso se sientan más frescas que el presente.  Desde que nos conocimos casualmente, como en toda comedia romántica, viendo una banda, compartiendo ironías y sarcasmos, aún no habíamos salido hasta esta noche. Es cierto, tuvimos una charla por la tarde para conversar y probarnos el uno al otro, tantear el terreno. Y ahora estamos en nuestra primera salida, donde su aroma se mezcla con la calle y el ruido de la noche. Tengo flashbacks de la contraparte gélida, la inefable ex, que representa todo en lo que ella podría convertirse algún día. Tal vez no suceda, no debo pensar en el frío. Primero repasemos los eventos de la tarde

Turno noche.

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Damián odiaba quedarse solo en el turno noche, lo decía siempre. Asustadizo, detestaba la gran cantidad de ruidos variados que se oían en los grandes ambientes del hotel, tras un par de horas desde que todos los empleados se habían ido a sus hogares. Muchas veces juraba al día siguiente que no eran los ruidos convencionales de las máquinas, lo que le erizaba la piel. Pero al ser tan exagerado, nadie prestaba atención a sus anécdotas. La noche del jueves no le tocaba trabajar, pero por necesitar el fin de semana para irse con su novia, cambió francos con su compañero. Que desafortunada coincidencia, a partir de las 00 hs sería la noche de Halloween. Como todos los jueves, el bar y restó cerraron a las 01 hs, luego los mozos y el personal del bar se retiraron, finalmente el personal de la cocina se retiró también. A las 2 hs Damián estaba solo de nuevo en el hotel, recorriendo alerta los grandes y modernos espacios donde una hora antes mucha gente caminaba, conversaba, reí

Escape

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El niño está durmiendo, sólo resta esperar. Las sombras me persiguen como si lo mereciera, todo lo que hice fue brindar amor. Pero no entenderán, la orden ha sido enviada, he de luchar si pretendo seguir con vida. Escaleras abajo, debo apresurarme, está saliendo el sol. Si pudiera gritar lo haría. Cobardemente pediría auxilio a quienes pasan por la calle.¡Ellos comienzan su rutina en la tierra mientras yo juego a la escondida en el infierno!. Es injusto, no podré ver a mi hijo crecer, brindarle mi sabiduría, ni recibir su amor. Se aproximan ¡no puedo hablar! Les he temido desde el incidente. Nuestra mascota lo provocó, fue un ataque que pude contener, un arrebato de lo que en ese momento me pareció una actitud territorial. Quiso atacar a mi hijo cuando le vio acercársele, el perro estaba comiendo se puso nervioso y trato de morderlo. Durante varios días el perro ladraba por horas hasta que yo iba a buscarle y le dejaba dormir en la habitación. Algo inusual para un perro de 10 añ

El bosque.

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La joven pareja y su niño de 4 años recién cumplidos salieron a disfrutar del fin de semana largo pronosticado hermoso e ideal para estar al aire libre. La familia de Aarón de 31 años poseía una cabaña en las afueras de Bariloche por lo que en la noche del Jueves tomaron un avión hacia allí para luego por la mañana, con un auto alquilado dirigirse hacia esa bella locación. El pronóstico no falló, ciertamente era un hermoso día cuando a las 11 hs llegaron a esa lujosa y confortable casa en el bosque cerca de la pequeña ciudad. Elisa de 29 años bajó primero del auto para desabrochar la silla de su hijo Lázaro, el cuál estaba entusiasmado por la idea de pasar tiempo con sus profesionales padres que, durante un día laboral se iban tras desayunar juntos y le dejaban con la niñera Mariana de 23 años, quién ganaba mejor cuidando de Lázaro que como radióloga. El niño los veía nuevamente a la hora de cenar y pasaban un tiempo agradable juntos mirando películas y llevándolo a obras infantiles

El idilio ha muerto.

El idilio ha muerto. Está sepultado bajo las horas que hablaron sin saber, que para uno de los dos eso era imposible. Sin duda esto se debió al desasosiego, “esto”: tu vulnerabilidad. Nada se descompone tan rápido, ni apesta tanto como los títulos obsequiados, cuando eso era posible. Las palabras se las lleva el viento, son promesas que flotan sin rumbo como partículas de polvo en el aire. Y de repente todos sus planes se derrumbaron. Como una torre de naipes frente a una ráfaga de viento. O un castillo de arena en la playa frente a una ola inminente. Aquello que esperaban, deseaban, por lo que tanto se buscaron, colapsó con el final del idilio. Nada sucumbe tan rápido como el idilio. Se desvanece entre las manos de tu yo imaginario, el único lugar donde alguna vez estuvo. Pasarás minutos de tu día, horas incluso, esperando su mensaje privado o su dm, su fav, su rt. No hay tiempo que valga, cada manifestación posible, pasada, presente o futura no logrará recuperarlo. El idili

Frío.

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 Lo conseguí. Su figura afilada en la noche, sus labios con escarcha, su sonrisa destellante, sus cabellos gélidos... se han desvanecido.  Era su eco en los recuerdos, las noches en que repasaba las imágenes, esas secuencias perfectas donde me volví el narrador omnisciente de mi propia vida. Porque visto desde el presente conozco el final de la historia, he presenciado cuanto dura el sentimiento, como se fragmenta la pasión, cuando está fingiendo que le importo tanto como al principio y su mirada vacía en mi presencia, tan aburrida de mí.  Consigo analizar los detalles que nos separarán eventualmente, hasta llegar al momento en que sucederá. Incluso más importante, reproduciendo estas postales de nosotros, puedo vislumbrar la razón de nuestro final.     Me empuja con fuerza contra la pared, cerca del río, escucho el agua corriendo, la virtud de una noche invernal, pocos peatones. Podemos besarnos y calentarnos como sabemos, como siempre buscamos hacerlo cuando la helada se siente

El momento.

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En esa búsqueda constante, impronunciable, aplacada con distracciones, todos nos hallamos. Dentro de una habitación iluminada solo en el centro, cuyas paredes quedan en penumbras donde se dibujan las siluetas de quienes esperan el momento. Un acontecimiento que puede llegar de repente o construirse anunciando una cuenta regresiva hasta que sucede. Y cuando lo hace, las penumbras se disipan, el cuarto se llena de color y su mano se extiende para llevarte a un espacio genuino. Pero no hablemos de eso aún, hablemos del presente, hablemos de esta noche. Él Pregunté a mis amigos en general si alguno quería ir a ver esta banda, no esperaba mucha predisposición, el frío los acobarda. La noche fresca te permite pensar con claridad, el panorama es prístino con la baja temperatura, los contrastes de azules, plateados y negros conceden expectativa al camino que elijas. Para mí no hay mejor contexto para salir. Mis zapatillas se mojan cruzando la calle a una cuadra del pub, no me deteng

Sin motivos.

Un día de lluvia. Pasaste de desearla cada minuto a pensarla unas horas por día. Cuando Enero terminó, la veías día por medio. Pensaste que era permanente, que ambos sentían lo mismo. Y lo hicieron pero con distinta intensidad. Ella sonríe a veces por compromiso, no cree que lo notes, vos lo notás. Él te mira menos a los ojos y le cuesta sostener la mirada, hace chistes para distraerte de ese hecho, vos lo notás. Un día de lluvia en medio del calor, permite que la dicha nublosa se disipe para analizar que hay entre ustedes. ¿Dónde están las razones para seguir juntos después del Verano? Sin Motivos. 27/12/12 ¿Cómo volvió a suceder? Pensé en vos durante el tiempo que no nos vimos. Te atraje con el pensamiento. Nos encontramos por casualidad y hablamos en 10 minutos como si el tiempo no hubiera transcurrido. Y lo supe, ahí estaba, en tu forma de manejarte frente a mí: todavía te gusto.  Por eso cuando te dije en que clase podrías encontrarme no tomaste otra sino esa, pudiendo

Sin pronombres.

Su risa se descompone en notas que flotan con la brisa de la tarde. Sostiene una copa fría que desprende gotas donde se refleja tu interés, mientras tu rostro lo disimula todo. Las nubes enmarcan un panorama idéntico al de ese momento un año atrás, cuando notaste que esa historia era fugaz. Eso no es suficiente para desalentarte. Todo cambia, ¿por qué esto no lo haría entonces? Ustedes serán la excepción. Lo sabés, estás seguro, este Verano no triunfará. Sin pronombres. A veces lo presiento. Es algo extraño, un color, un reflejo de color que llega cuando veo de reojo, al pasar sin mirar nada en particular. Es un remanente de otra etapa que tuve. Pero funciona. Aunque no significa que suceda algo después de reconocer la intención. Está en el limbo entre pensarlo y hacerlo, ahí es donde yo veo directamente, donde no hay pronombres.  Cuando te describís, destacando un rasgo, casi jactándote de ello, inevitablemente llegará el día en que tendrás que demostrarlo. Por mucho tiempo

Sin nostalgia.

Sin nostalgia. Sin pronombres. Sin motivos. El Verano es traicionero. La melancolía residual de otros tiempos te nubla la playa. El calor motiva tus impulsos. Te muestra juventud y libertad. Bailas al ritmo de la dicha. Buscás el futuro inmediato en su mirada. Recorren el paisaje de arena y agua como niños, explorándose. Divagás y el tiempo se despega de tu conciencia. Pero te romperá el corazón. Terminará. Creeme… Sin nostalgia. El intercambio es casual. Ni siquiera un beep en el radar. Apenas una conversación y el hastío que los días en soledad te han dejado, desdibujando expectativas. El intercambio comienza a tomar forma, ¿de qué? De charla casual por supuesto, el hastío ante todo. Todavía ni un beep en el radar. El intercambio ha tornado en algo más pertinente, aunque no vas a admitirlo, es llegar y conectarte para ver si está. Un beep fantasmal. De repente te hallás sonriendo ante sus posteos, sus oraciones inmaculadas, su humor ácido, su evidente interés. ¿Es ex