Sin pronombres.
Su risa se descompone en notas que flotan con la brisa de la tarde. Sostiene una copa fría que desprende gotas donde se refleja tu interés, mientras tu rostro lo disimula todo. Las nubes enmarcan un panorama idéntico al de ese momento un año atrás, cuando notaste que esa historia era fugaz. Eso no es suficiente para desalentarte. Todo cambia, ¿por qué esto no lo haría entonces? Ustedes serán la excepción. Lo sabés, estás seguro, este Verano no triunfará. Sin pronombres. A veces lo presiento. Es algo extraño, un color, un reflejo de color que llega cuando veo de reojo, al pasar sin mirar nada en particular. Es un remanente de otra etapa que tuve. Pero funciona. Aunque no significa que suceda algo después de reconocer la intención. Está en el limbo entre pensarlo y hacerlo, ahí es donde yo veo directamente, donde no hay pronombres. Cuando te describís, destacando un rasgo, casi jactándote de ello, inevitablemente llegará el día en que tendrás que demostrarlo. Por mucho tiempo