Atípico.
Salgo a la calle para caminar unos metros y despejarme, es una hora extraña las 4 de la mañana, contemplo el cielo despejado como una cúpula ausente donde solo hay vacío, incluso cuando se que el contenido absoluto es lo que mis ojos no pueden siquiera razonar más que como pequeños puntos brillantes, esparcidos sobre un fondo azul oscuro y negro. En medio del leve mareo que me provoca perderme en el infinito, huelo el aire enrarecido, ese aroma a basura quemada mezclada con humedad y perfume de los árboles consigue como siempre devolverme no a la realidad, sino a un pasado ya distante que brilla con la misma intensidad cada vez que lo visito. Entonces sin quererlo la inercia de la nostalgia me devuelve nuestras noches, gloriosas a la distancia, confusas en su momento, maravillosas por siempre. Nos veo con claridad en la calle, dichosos y tambaleantes con una botella de vino sin abrir yendo a tu departamento. Vos y tu vino, yo y mis ilusiones, supieron encontrarse y hacer vibrar el