Moneyball Literario

Anoche en medio de una multitud de estilos, tantas historias cruzándose, tantas personas bailando la misma canción, la cerveza en frascos, indiferencia fingida. Una mina con rostro tan angelical que no podía ser algo bueno y otra mina con una cabellera rubia suelta de película que hipnotizaba. La demora para llegar a comprar un trago, la travesía para llevar el trago intacto desde la barra hasta el grupo de amigos, el entrañable olor a porro, las corrientes fluyendo. Contemplaba dejarme arrastrar por una corriente, hasta su destino. Quizás encontraría algo nuevo en la desembocadura, un nuevo mundo para explorar. O probablemente me hallaría frente al DJ y sus amigos, observando como la corriente fluye hacia otra dirección luego de bajarme. Y en ese submundo con extraños salidos de los archivos de mis novelas de 2010 (así de moderno fui al predecirlos y no lo saben aún), me notaría vacío. Era el propósito salir a divertirme pero siempre termino evaluando cuanto me falta p

Salgo a caminar al atardecer, durante una nublada tarde de Otoño, cuando las plazas comienzan a encender sus luces, las hojas secas crujen bajo mi suela y una leve llovizna empaña la vista. En esa burbuja tenue, espero reunirme con alguien cuya sola presencia me cautive, su mirada corresponda el anhelo de la mía y nuestras palabras sean extáticas. Buscaremos un bar recóndito cuya personalidad nos envuelva y aisle del ruido urbano. Allí entre luces que solo sugieren, rock nostálgico y sonrisas cómplices, beberemos por horas fría cerveza mientras generamos un paréntesis. Una excepción dentro de las rutinas que vivimos. "Será ideal cuando regrese a esas calles" me digo cada Otoño, cuando la suma de elementos despierta ese deseo que permanecía dormido. Quiebro pequeñas ramas secas con descuido mientras cruzo la calle mojada, en busca de una Rolling Stone para calmar mi ansiedad. Es otro año, otro momento, otra persona, otro tipo de clima, otro lugar pero la misma sensación.