Otoño.

Salgo a caminar al atardecer, durante una nublada tarde de Otoño, cuando las plazas comienzan a encender sus luces, las hojas secas crujen bajo mi suela y una leve llovizna empaña la vista.
En esa burbuja tenue, espero reunirme con alguien cuya sola presencia me cautive, su mirada corresponda el anhelo de la mía y nuestras palabras sean extáticas.
Buscaremos un bar recóndito cuya personalidad nos envuelva y aisle del ruido urbano. Allí entre luces que solo sugieren, rock nostálgico y sonrisas cómplices, beberemos por horas fría cerveza mientras generamos un paréntesis. Una excepción dentro de las rutinas que vivimos.
"Será ideal cuando regrese a esas calles" me digo cada Otoño, cuando la suma de elementos despierta ese deseo que permanecía dormido. Quiebro pequeñas ramas secas con descuido mientras cruzo la calle mojada, en busca de una Rolling Stone para calmar mi ansiedad.
Es otro año, otro momento, otra persona, otro tipo de clima, otro lugar pero la misma sensación. ¿Quién no desea revivir aquello que lo hizo tan feliz?

Comentarios