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Bon Appétit

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  Querías ser parte de algo. Degustarlo. Permitir que una mordida contundente atrajera el sabor de ser uno más, entre aquellos sentados en mesas de diseño algo incómodas. No importa, todos se adaptarán a las formas improbables del snobismo sino tendrán que ver desde fuera, como tantos que pasan y pretenden no desear estar sentados ahí dentro. Elegiste tu outfit con sumo cuidado, observando historias de Instagram para evaluar el dress code. Buscabas ordenar y ser admirado, tomar un trago de autor y que la brisa eufórica del hastío posmoderno te acariciara. El plato delicioso de la pertenencia se cocinó bajó las miradas de los comensales modelo. Llegó a tu mesa cuando reflexionabas que filtro utilizar en el inevitable retrato de este logro. El esfuerzo por disimular tu excitación hizo que apretaras los dedos de tus pies dentro de las zapatillas de diseñador que pagaste en 6 cuotas sin interés en un showroom de primeras marcas. Un bocado fue suficiente para colmar tus sentidos. ¿Gus

Donde La Magia Sucede.

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Me preparo para otra interesante y, ¿culturalmente enriquecedora noche? Podría suceder, habrá nueva música, nuevas personalidades, nuevos sabores. Solía esperar estos momentos con la excitación que mi mente acumulaba para salir en la secundaria. ¿Dónde quedó el factor sorpresa que sentía hace dos años cliqueando sobre invitaciones virtuales a eventos? Se que los detalles dispuestos sobre mi apariencia pasarán desapercibidos. ¿Alguien notará mi pulsera Key Biscayne? ¿Se embriagarán con mi Kenzo Night? ¿Apreciarán que estreno una prenda inmaculada para recorrer con expresión neutra las calles del microcentro? Claro que no. Si alguien lo percibiera, no estaría soltero, estaría con esa persona. Tal vez. Vamos a ver una banda, un solista, un punk que tocaba en Japón, cuando leía al respecto en Rolling Stone, hace años me resultaba asombroso. Hoy no me es fácil encontrar esa sensación. Durante el show estoy bajo un techo precario, cerca de la barra, hace calor como siempre, podría ve

La Invitación

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El pasado es un ancla, un pozo donde quedar atascado. No pretende renovarse, no desea el cambio, no busca novedades. Es exasperante verlo todo descolorido repitiéndose hasta el hartazgo. Gira sobre su eje, ofreciendo anécdotas que se repiten hasta carecer del humor que en su momento produjeron. Son sin más, golpes de efecto sucedidos cuando los protagonistas aún solían experimentar el presente que ahora tiene mero valor anecdótico. Los detalles cambian según quien cuenta las historias, la realidad se tergiversa en memorias gastadas, que toman prestadas de los recuerdos del otro falsos momentos vividos como certezas, dejando una pintura de Jackson Pollock en lugar de una prístina postal con resolución de 16 megapíxeles. Alerta. Las siguientes características pertenecen a quienes viven con esa ancla: • Un suspiro de resignación en un tiempo donde deberían estar generando novedades. • La apreciación lejana de la brillante interacción nocturna. • El desgano por

Propósito.

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Me reprimo, pretendo evitar ese pensamiento impuro. Tomé una decisión, ¿cómo me vería en el reflejo de la vidriera si regresara? Esta ilógica necesidad pide ser aplacada como sed, como deseo, como la pulsión del placer. Intento contener mis ideas pero se filtran. Son líquido en mis manos, chorrean sus motivos, tantos son. Me maravillo. Pienso en la vacuidad. En los caprichos. Tirar dinero en un pozo. Estas ideas mojan mis pies. Es reconfortante creer que algo es absolutamente necesario. Sostener una filosa y contundente resolución. ¿Pero cómo me vería en los espejos del consumo? ¿Quién comprendería mis motivaciones a largo plazo? ¿Por qué me molestaría en explicarme? Un slogan. El espacio web debe ocuparse. En la determinación me amparo, cuando frente a los demás no tenga sentido que regrese y me desdiga. Porque esa pulsera Absolut Joy de cuero marrón, no tiene valor fuera de contexto, no alcanzará su potencial en la tienda ignota en la muñeca de un maniquí.  Así que lo haré, le daré

Canibalismo.

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Hay algo fascinante en la nueva generación de jóvenes que andan por las calles luciendo como punks. En realidad algunos son artistas además de skaters ocasionales. Otros son hijos de famosos camuflados para escapar del escrutinio constante de la prensa y paparazzis.  Parecen un tanto salvajes, visten ropa ridicula, mal combinada y de eso hacen un estilo. Son tan rebeldes, pasando el dia en la calle drogándose, haciendo graffiti, tomando de una botella cubierta con papel madera. Oh si como en las películas… Pero no se confundan, no son iguales. Rocco por ejemplo usa Adidas por Alexander Wang. No disponible en tiendas. Podrías estar practicando skate con Brooklyn Beckham, el es tan sencillo y centrado. Tan como los demás. ¿Verdad? Excepto que a los 17 años le dan una campaña de Burberry Brit para que debute como fotógrafo. Así todos estos hijos de, juegan a ser normales porque adoptan el estilo de la cultura joven, de su momento, pero al hacerlo lo vuelven presa de sus redes soci

Bienvenido a Los Horrores.

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Muchos leen pero si no son autores clásicos no vale su tiempo el texto. Muchos escriben pero temen mostrarlo. Muchos temen las críticas pero comparan un texto nuevo con obras maestras del género sin dudarlo. Muchos se contorsionan para adaptarse a los tópicos de moda, ignorando la belleza de encontrar algo diferente. Muchos revisan una y otra vez las mismas películas e historias para esta fecha, cerrándose a la posibilidad de algo más. Muchos tienen una opinión sobre como debió ser algo pero pocos se ofrecieron en el momento clave para contribuir. Entrá al mundo de estos cuentos, una realidad paralela con grandes posibilidades, sorpresas y emociones que no anticipabas.  Serás bienvenid@ a este mundo sin suerte. Mientras muchos navegan en busca de algo nuevo, ignorando el sendero frente a sus ojos.

Que no sea perfecto.

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Son las expectativas, lo se, arruinan todo. Con cada inicio el período de devoción me colma de tal forma que no puedo evitarlo, proyecto mis metas a largo plazo en algo que recién comienza a tomar forma. Intento no aplastar el frágil interés de cristal con mis pensamientos, más no siempre lo consigo. Tantas veces me han jurado lealtad y cariño e igual cantidad de veces han fallado. Me hallo en ocasiones sobre una tanza metálica, tan filosa como un bisturí, meciéndome con sumo cuidado, notando las palabras que se van en el viento. Oraciones inmaculadas de pasión y sentidas promesas, pasan alborotadas a mi alrededor intentando distraerme del gran abismo bajo mi zona de confort. En cada oportunidad tardo más tiempo en sentir algo genuino frente a similares momentos, pensamientos y oraciones. Después de conceder mi buena voluntad tantas veces para recibir solo otra decepción, se vuelve difícil saber cuando debo permitirme sentir y cuando apretar el botón de bloqueo. Pese al tiempo