Bon Appétit

 

Querías ser parte de algo. Degustarlo. Permitir que una mordida contundente atrajera el sabor de ser uno más, entre aquellos sentados en mesas de diseño algo incómodas. No importa, todos se adaptarán a las formas improbables del snobismo sino tendrán que ver desde fuera, como tantos que pasan y pretenden no desear estar sentados ahí dentro.

Elegiste tu outfit con sumo cuidado, observando historias de Instagram para evaluar el dress code. Buscabas ordenar y ser admirado, tomar un trago de autor y que la brisa eufórica del hastío posmoderno te acariciara.

El plato delicioso de la pertenencia se cocinó bajó las miradas de los comensales modelo. Llegó a tu mesa cuando reflexionabas que filtro utilizar en el inevitable retrato de este logro. El esfuerzo por disimular tu excitación hizo que apretaras los dedos de tus pies dentro de las zapatillas de diseñador que pagaste en 6 cuotas sin interés en un showroom de primeras marcas.





Un bocado fue suficiente para colmar tus sentidos. ¿Gusto? ¿Tacto? ¿Olfato? Desde luego que no. Estos sentidos sí son trascendentes. Te enviarán en una nueva búsqueda que amerite un lugar en tu feed.

Mientras el mundo fuera transcurría con sus miserias diarias. Percibías el aroma de tus expectativas, emanando de esos ingredientes dispuestos como arte sobre un lienzo. Perpetuado en un ciclo donde otros verán tu experiencia y querrán repetirla antes sus seguidores.

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