Aullido


@mrwritor

Habían pasado casi cinco semanas desde que Matías recibió esa visita. "Quizás por única vez." Pensó.
0:34 - 7 de mar. de 2015 

En ocasiones la tensión de corriente bajaba y el preparaba su teléfono para filmar, pero no era más que una falsa alarma.

 Varias noches estuvo solo en la casa y nada sucedió, por lo tanto, un Sábado por la madrugada, no tendría que ser la excepción.

Sin embargo esta noche fresca, comenzó con un presagio, cuando su gata decidió pasar la noche en otra casa y no la suya.

Matías le insistió, tentándola con comida, tal vez temiendo quedarse solo otra vez, aunque no lo admitiría ni para sí mismo.

No funcionó, los felinos hacen a su voluntad y por ello, fue fácil que el presagio pasara desapercibido como un simple capricho de su gata.

Se dispuso a ver "Utopía" su nueva serie favorita, necesitaba distraerse. La brisa de la tarde fue convirtiéndose en viento con las horas.

El tipo de viento que en una casa de dos pisos con ventanas abiertas, suele generar bruscos golpes y ruidos que alertan.

Era particularmente extraña para Matías, la sensación de ansiedad que no había sentido siquiera el día después del primer encuentro.

Pero logró calmarse con éxito, hasta las 00:44 hs.

El ruido en su habitación no le desconcertó, subió con la misión de cerrar la ventana y volver a mirar la serie.

Como esperaba, todo estaba en su lugar dentro del cuarto. Cerró la ventana aliviado, aunque no lo admitiría tampoco y se dispuso a bajar.

Cuando escuchó que un adorno caía en el pasillo, detrás de él. Sin corrientes de aire que lo justificaran.

Giró lentamente, tomando su celular, levantó la vista hasta dos segundos después cuando estaba listo para filmar, enfocó y la luz se cortó.

Con cierta calma buscó al felino, mientras se preguntaba si acaso no estaba imaginando todo.

Pero para su desgracia, no solo no estaba imaginando esto, sino que el amigable felino, no era quién lo visitaba esta vez...

La figura se desplazó velozmente entre las habitaciones, dando saltos largos sobre el pasillo, volando de una puerta a la otra.

¿Qué era esto? Y más importante, si apenas pudo contener al felino, ¿qué podría hacer con esto?

Tal como temía, el sonido ensordecedor no se hizo esperar. Colmó con su lamento agudo cada parte de la casa, emanando de los pisos y paredes

Mientras Matías seguía filmando, el lamento distorsionaba la imagen de su celular. Esto era más fuerte que el felino.

Lo intuyó, de repente supo que estaba en peligro. Algo que no había sentido con intensidad hace poco más de un mes.

La figura pronto llegó hasta él, se detuvo en frente para observarlo, su gruñido paralizó a Matias. El celular seguía filmando.

Pudo observar de reojo, las fuertes mandíbulas y los afilados dientes que degustaban su temor.





Las patas rasgaron el piso, mientras Matías pensaba como podía un plan de escape. ¿Con qué podría golpearlo para ganar tiempo?

Esa lámpara de hierro sobre la pequeña mesada al principio del pasillo, lo primero que veía cuando subía la escalera. Estaba a unos 5 pasos.

Debía retroceder 5 largos pasos para llegar, darle un golpe, una distracción, algo que trabara esas fauces. Algo que reemplazara su cuerpo.

5: El primer paso le provocó sudor frío, cuando el ánima gruñó de tal forma que los pisos temblaron.

4: "¿Por qué nadie me enseñó como apaciguar un león o un tigre o algo casi tan aterrador como esto?"

3: La mordida de advertencia le arrancó un trozo de jean sobre la rodilla, las mandíbulas cerrando a milímetros de la piel lo lastimaron.

2: Ahora temía que la sangre fuera una invitación a devorarlo.

1: Para llegar al velador de hierro necesitaba una distraer a la bestia... Apuntó sutilmente con el celular a los ojos y encendió el flash.

Tuvo un segundo para evitar la mordida que se hubiera llevado su brazo derecho. Tomó el velador para golpearlo y como esperaba, pudo huir.

Mientras oía una mezcla de gruñidos aterradores y hierro retorcido, logró salir al patio, intentando escapar a otra casa conectada.

El mosquitero de su puerta cayó frente a él, a mitad de camino entre los patios. Matías se dio vuelta enojado y por instinto le ordenó: ¡¡SENTADO!!

La bestia se detuvo a 5 centímetros de su cuerpo. Lo evaluó y a su expresión furibunda. Los ojos de Matías estaban inyectados en sangre.

Y entonces, sucedió lo más insólito de la noche: la bestia se sentó y agachó la cabeza. Revelando su naturaleza detrás del espíritu alterado.

Había sido un Ovejero Alemán en vida. Y Matías de alguna forma supo como detenerlo.

Aún le quedarían cosas por hacer, como explicar que pasó con el velador devenido en una bola de metal masticado. Y arreglar el mosquitero.

Algo que hizo mientras el can jugaba con él, trayéndole el velador para que se lo arroje al patio una y otra vez. Hasta que desapareció.

Matías ingresó a su casa y retomó su serie favorita. ¿Su rodilla? El can lo lamió afectuosamente y cicatrizó al instante.

@mrwritor

Ahora tenía dos conocidos de otra realidad y ninguna prueba contundente. Sonrió aliviado pensando "¿habrá una próxima vez?"

 2:27 - 7 de mar. de 2015

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