Sin pronombres.

Su risa se descompone en notas que flotan con la brisa de la tarde. Sostiene una copa fría que desprende gotas donde se refleja tu interés, mientras tu rostro lo disimula todo. Las nubes enmarcan un panorama idéntico al de ese momento un año atrás, cuando notaste que esa historia era fugaz. Eso no es suficiente para desalentarte. Todo cambia, ¿por qué esto no lo haría entonces? Ustedes serán la excepción. Lo sabés, estás seguro, este Verano no triunfará.

Sin pronombres.

A veces lo presiento. Es algo extraño, un color, un reflejo de color que llega cuando veo de reojo, al pasar sin mirar nada en particular. Es un remanente de otra etapa que tuve. Pero funciona. Aunque no significa que suceda algo después de reconocer la intención. Está en el limbo entre pensarlo y hacerlo, ahí es donde yo veo directamente, donde no hay pronombres. 
Cuando te describís, destacando un rasgo, casi jactándote de ello, inevitablemente llegará el día en que tendrás que demostrarlo. Por mucho tiempo logré el desapego hasta el límite entre sentir y no hacerlo en absoluto. Resulta que ser repetitivo agota mi interés. Pero lo intenté, lo intento, cada vez. ¿Qué sucede cuando ya no querés ser así? Ahí entrás en un terreno peligroso, porque exponer esa parte sin uso es el mayor cumplido. Tenés que elegir bien a quien dárselo.
Me gustaría recordar alguna ocasión en la que usaste un “vos y yo”. Después del dolor, rastreé esas palabras, esos términos, índices de interés, aprecio, posesión, reciprocidad, pertenencia. Ja, lo sabés, no encontré esa expresión. Nunca fui tuyo, parece. Ciertamente nunca te tuve. Y lo dejé pasar al principio, porque eso de vernos cada tantas semanas se adecuaba a mi talento para el desapego, mi rasgo. Luego eliminaba a diario la necesidad de verte. Cuando te noté observándome, no sabía que estabas más a gusto con la posibilidad de las ideas que la materialidad de sus acciones. Descubrirlo no me importó, eras un ejercicio para mi carácter. Si fuera tan simple como en los pensamientos, ¿verdad? 
El calor del Verano generó expectativas. El prospecto de tenerte a minutos de distancia, me conmovió. Pude vislumbrar esa parte de mí que no muestro ni uso, alistándose para salir a la luz. Pero… no había pronombres. No había un vos de tu parte llamándome. No había un yo de tu parte para dedicarme emociones. Después de todo no había nada concreto. Y así de simple, borré tu número para jamás escribirte. No podría si quisiera, nunca lo aprendí de memoria por si este día llegaba. 


Comentarios