La tormenta.
Hoy,
esta tarde, sin más preámbulos, llegará finalmente la tormenta.
Anunciada
hace un año, confirmada el mes pasado, pronosticada en la semana y
temida desde su inexorable conteo regresivo. Es posible que genere
incertidumbre, despierte temores olvidados, desentierre situaciones sublimadas
en el pasado.
Al
materializarse sobre nuestras cabezas, ahora alteradas por su apariencia
sombría, el cálido día que la trajo consigo se tornó definitivamente oscuro,
frío, inerte. Un presagio de lo que deparará esta aberración natural, un
oxímoron pero una base de nuestra realidad rebosante de contradicciones e
ironías.
La
polvareda que inicia el viento, precede lo sabido, el agua no tardará en tocar
suelo y lo hará, nos alcanzará a todos por igual. Se introducirá en cada
cosa con la que haga contacto, afectándola.
10 "El tiempo pasó y no puedo recuperarlo". 9 "Mi hijo
todavía no vuelve". 8 "¡Qué cagada no puedo salir!". 7 "Me siento tan insignificante". 6 "¡Amo la lluvia!". 5 "Esas goteras de mierda son tan injustas como todo en mi vida". 4 "Me gusta estar con vos y ahora no tenemos que salir en toda la tarde". 3 "Mi vieja debe estar preocupada pero ya soy grande, termino el partido y
voy a casa". 2 "Justo hoy cuando tengo tanto que hacer...". 1 "¿Dónde estabas cuando llegó la tormenta?".
Las
primeras gotas comienzan el descenso desde la matriz tétrica gris y negra. Capaz de producir cientos de miles de idénticos proyectiles, para
redefinir la tierra y todo lo que hay sobre ella.
Solo
podemos esperar, refugiándonos los afortunados, mientras las gotas invaden sin
cesar todo lo que podemos ver. Humedecen hasta mojar y luego mojan hasta
empapar objetivamente sin vacilación. Como se acostumbra con la naturaleza, tan
irracional como equitativa en sus fenómenos, hemos de acatar lo inevitable.
Con el
panorama bañado en líquido puro y cristalino, los objetos sufriendo el
escozor de las corrientes miniatura y las mentes regresando al pasado debido a
la nostalgia que produce la imagen grisácea. Dentro de ese pequeño mundo que
habitamos, revisitado una vez más para hallar nada que compense los lamentos,
ni solución original a las cuestiones de siempre. O sencillamente divagar,
perdernos en cada gota, en la tenue luz de un día perfecto. Sí, perfecto.
Porque no es típico, no se puede seguir en la rutina que consume nuestras
vidas, es un quiebre para todos; malo y bueno, gris y blanco. Tal como los
tonos de la vista desde las ventanas.
Necesariamente,
forzosamente, los procesos nos dominan, somos criaturas frágiles que se creen
inmortales. Estamos a merced de un buen día, a la expectativa de uno. Lo merecemos
si, pero no lo aprovechamos.
La
bella tarde se torna de un gris fulgurante cuando el sol
bloqueado tras la imponente barrera de nubes tempestuosas comienza
a demostrar su dominio. Pronto la lluvia cesará...
5
"Te quiero, no sé porqué ya no lo digo". 4 "Son las 5 menos
cuarto de la tarde, si esto para puedo hacer algo de lo
que tenía planeado". 3 "Ya me decidí, de ahora en más no voy a perder
el tiempo". 2 "Le voy a pedir perdón". 1 "Uy salió el sol,
tengo que seguir con la rutina".
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