Mirando mi ombligo.

De nuevo. Todo es posible, aunque complejo y distante, una vez más. 
Suelo añorar la simplicidad de la ignorancia o el desapego de la simplicidad, el júbilo de las vagas expectativas, la libertad de vivir sin pensar nada en profundidad, sin combatir tanto el plan inevitable que conlleva un proceder antiquísimo. 
A veces me canso de tanto, a veces es demasiado. Me dejo caer con la guardia en alto mientras aparento fragilidad y reposo. Me alejo de mis designios que si jamás fueran no sería, que si no hubieran sido no podría, que si alguna vez se habilitaran llegaría sí, pero agotado de mi mismo. Colmado del sinsabor de una victoria anunciada en el tiempo y demorada en el efecto.
Luego opto por levantarme, despego mi mándala del despertar, dispongo suceder como diseñé y disfrutar como accedí y encontrar en la energía conmovedora que tanto se publicita el abrazo colosal que debería completarme... hasta que me halle listo para volver al camino.

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