No creas en Dios.

Un puñado de estrellas, luz incandescente, ausencia de sonido, extremos de temperaturas. La inmensidad sin reglas: el abismo.
Se que estoy soñando, no suelo flotar en mi rutina diaria. Ha sido un año agotador, tanto dolor tratando de abrirse paso hasta mi. Mucho de ello colapsando en mi desierto de hielo, atacando los espejismos. Me acosté pensando en los problemas de la mortalidad y los hechos arbitrarios. Una injusticia que parece ser objetiva. Aquejándome.
A veces me sumerjo en las profundidades buceando sobre el Kraken durmiente, para ver si encuentro una solución desoladora que pueda alzar con mi puño derecho en dirección a su trono. Para amedrentarle. ¿Funciona? No. Soy poca cosa y cuando hago eso desciendo un poco más. Es por ello que ya no me interesa buscar formas de herirle, si me lastiman por su falta de interés.
Soy una partícula frente a la inmensidad, a merced de las voluntades titánicas y sus caprichosos vaivenes. Disoluta entre las capas de realidades que se reservan el derecho de admisión. Perdida cosa sin conciencia de sí. Siento el impulso primitivo, el dedo magnánimo que apuntó en la dirección donde yo era un no ser, motivándome como electricidad.
Miro hacia el cielo porque me educaron para buscarlo allí. Arriba donde todo es monumental. Las formas, distancias, fuerzas, vacíos, incógnitas; son de una magnitud que apenas puedo esbozar con mi imaginación. Acaso la mejor manera de razonar el infinito desde la completa ignorancia sobre el propio ser, sea imaginando. 
Me pongo a razonar en lugar de soñar, mientras pienso en cada eje de la realidad como una palabra cargada de significado.
Sangre. Dolor. Corrupción. Odio. Violencia. Crueldad. Muerte. ¿Dónde está Dios?
Belleza. Pureza. Ambrosía. Eternidad: Plenitud. Conocimiento. Seguridad ¿Es eso Dios?
Alucino una palma creadora pulverizando planetas, reciclando poder para crear una estrella. Los agujeros de gusano mostrando la luz de una explosión y/o la retracción de luz de una implosión en simultáneo. Y me pregunto de nuevo; ¿qué será de nosotros, pobres partículas de existencia?
Recuerdo que amo, soy capaz de sentir. Soy intenso. Y busco alguien capaz de apreciarme. Por años me sentí perdido dentro de mi mismo. Alejado de una guía. A la derecha de la novedad. Inquieto, ansioso, presto. Próximo. Pero solitario. En un paréntesis de vacío. Con la mirada concentrada en mis diseños. Y apenas calor para recordarme de tu presencia. Solo y por eso atormentado. Conjurando los males cuando me enojaba. Destruyendo las cosas para sentirme fuerte. Alborotando mi patio. Clamando tu reacción.
No creas en Dios. Es fútil. Es esperar contemplando las estrellas. Sentirte desolado frente a los colosos. Llorar tus lágrimas de cobarde inexperto. Saberte burlado por versiones superiores de vos, que te miran desde otros planos adelantados en el tiempo. Surfeando la ola del tiempo, ese líquido metálico helado capaz de invadir cualquier ser para reprogramar la viabilidad a su antojo. Desear la muerte, el olvido, el fin cuando se gana algo de conciencia. Desearle la muerte, el dolor, el espanto que sufriste a él cuando se gana algo de valor. Y es por sobre todo una lucha interminable por tratar de vivir sabiendo que la vida parece básica y las estructuras sociales ridículas. Pero el amor. Eso es un párrafo aparte.
Si hay algo en esta vida maltrecha que te puede salvar de vos mismo y tu somnolienta conciencia, es sentir la conexión pura con otro ser. Porque cuando estrechamos las manos con alguien amado, esa mística que nuestros ojos no revelan, que la razón nos niega, se transmite de uno a otro. El estado puro de una emoción noble, es lo más cercano a un milagro que vamos a estar. Es una descarga de adrenalina sobre un trozo de hielo. Y te derrite. Lo hace. Te vuelve a exponer. Derriba todo lo que te armaste para no creer en Dios, en la pureza, en el significado. Y te hace caminar sobre el agua helada de tus hielos derretidos. Euforia. Es precioso. Es intenso. Y si termina te deja sus certezas. Y en tu paréntesis de vacío queda el contenido. Te enriquece. Te deja soñar con esa persona. Y cada ridícula noción social parece tolerable. Aunque no te comprometas a ser igual. No podrías. Y quién te enamore tampoco podría.
No creas en Dios. No lo necesita. Sabe que en el fondo vos sabés. Y eso es más genuino. Pero si acaso estás en duda, dejalo llegar como tu conciencia. Deja que sea tu brújula razonable. Deja que se convierta en algo interno. Despojale la pomposidad. Quitale la ciencia ficción. Y tendrás un proceder propio, con reglas claras para conducirte. Lógica objetiva que presentirás y tomará forma sobre tus ojos. Un plano. Una proyección. Sentido para esbozar estructura.  Reconocimiento de los casos perdidos. Un paso al costado cuando sea pertinente. Un paso al frente cuando temas. Un paso atrás para desconcertar al enemigo. Predisposición a continuar tras el dolor. Resolución capaz de resistir las pruebas.
¿Me has respondido? ¿O, la mística existencial es tan terrenal en este plano que toma forma de pensamientos razonables? No estoy flotando ahora. 



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