La Familia: Espíritu.

Era una propiedad distinta, esa manzana había pertenecido a una familia por generaciones, hasta que se fraccionaron sus diversas construcciones y se pusieron a la venta como viviendas. Con el correr de las décadas, los dueños originales pasaron a ser un recuerdo y sus descendientes optaron por mudarse al barrio más elegante de la ciudad.
Los hijos de las cuatro familias que compraron las propiedades situadas para coincidir con los puntos cardinales y comparten un enorme patio en forma de cruz, recuerdan historias de fantasmas, ruidos extraños, animales misteriosos visitando sus techos por las noches frías, mascotas que desaparecieron. Historias que sus abuelas les contaban cuando niños y sus primos mayores repetían maliciosamente en noches de tormenta. Más no podía ser otra cosa que el folclor de la ciudad, rodeando el apellido de aquella misteriosa y rica familia, cuyos jóvenes representantes rara vez pisaban la ciudad y sus costosas casas.
Sin embargo en la noche del 1º de Octubre, cuando estaban de visita los cuatro hijos únicos de las cuatro familias marcadas, algo surgió. El aire se mezcló con una leve bruma, acaso imaginaria dibujaba sobre los cristales formas tétricas. Una esfera de estática en el punto exacto donde se cruzan las cuatro casas, en su patio compartido con forma de cruz. Los tenues rayos de luz que debían iluminar esa zona reflejados como si la esfera invisible los rechazara. Dando paso a un susurro que recorrió la espalda de cada hijo único, logrando que soltaran un vaso con su bebida favorita al mismo tiempo en sus casas. La llegada inminente de su forma elegida, apta para camuflarse cuando sea necesario, un apariencia que sería déjà vu para otros vecinos.
Esa noche, sin ser notado en absoluto, conmovió a toda la ciudad con su regreso. Los habitantes del pueblo perdieron el hilo conductor de sus diálogos, pensamientos, sueños y sonrisas. Todos pudieron conectar por un instante con algo que el pasado oculta y los define. Una simple sombra, grácil y delicada, se desplazó por los extensos jardines luego de ese momento, estirando sus patas negras, listo para brindar lo más aterrador de todo: la verdad.





Comentarios